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José Aja

 

Flexionar y estirar: el escenario de la pintura 

 

¿Cuál es entonces el objeto de la pintura? ¿No se trata justamente de su sujeto? Al preguntarnos por el tema de la pintura y su doble identidad, puesto que esta tematiza también el cuerpo del artista, abordamos la representación figurativa desde una mirada que incluye la corporalidad de la pintura. El desasosiego que nos trae la imagen fotográfica como representación de lo real, es compensado por una pintura que desea al pintor dentro de sí, corporeizando la superficie pictórica a través de la sensación. No se trata de reproducir lo reconocible, se trata de sacar a la luz el fondo mismo mediante el silencio que nos procura la pintura, a través de una marca visible, un trazo: estirar, flexionar la pintura al ritmo de nuestro propio cuerpo, entender también la pintura como una gimnasia del cuerpo. Ambos lados de nuestra piel son renovados; pintándose a sí mismo, expresión llena de carga semántica, el artista vuelve a poner en acto la creación de su propia persona. Pero, ¿no nos lleva esta cuestión a una teatralización de la pintura? Seguramente así sea, una puesta en escena que convierte al cuadro en plató, plataforma real en la que darse tanto el pintor como el espectador.

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